Hay que reconocer al César lo que es del César y esta semana el equipo que lleva la campaña de Morena demostró una gran habilidad para lograr que la opinión pública bailara al ritmo que a ellos les convenía que tocaran, algo que definitivamente no han logrado hacer los equipos de Meade y Anaya.

La semana comenzó con la información sobre el video de la “Niña Bien”, un material musical que sorprendió a propios y extraños pero que apareció como una propuesta estudiantil para una materia del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) que resultó una mentira ya que, hasta el momento, todo apunta a una producción más elaborada y planeada desde enero.

El escándalo creció cuando el senador panista Jorge Triana asegurara que efectivamente se trató de una producción y que incluso él conocía a algunos participantes, de ahí se supo que la producción se realizó en la CDMX y que la protagonista del video sería una actriz contratada y no una estudiante como se afirmaba en la publicación del mismo.

Entre que son peras o manzanas lo único cierto hasta el momento es que no se trató de una producción estudiantil como se pensaba y que el tema volvió a poner a “ya sabes quién” en la agenda de los medios luego de varios días de alejamiento y silencio.

Justo en medio de esta situación, López Obrador apareció en una entrevista con varios columnistas de Milenio encabezados por el director general de dicho medio Carlos Marin, quien no salió muy bien librado de la misma luego de que le ganara la parte visceral e incluso pareciera que llegara a defender al presidente Enrique Peña Nieto.

El candidato de Morena salió bien librado de las preguntas e incluso ganó en percepción de imagen, las redes sociales lo hicieron ver como el héroe solitario que enfrentó a un grupo dispuesto para el ataque y la denotación al cual pudo vencer sin mayor complicación.

La entrevista de Andrés Manuel fue tan efectiva en términos de comunicación política que Peña Nieto se vio obligado a salir al escenario para defender las reformas realizadas en su gobierno, tema central de la entrevista con los columnistas de Milenio. A resumidas cuentas, el Presidente se vio forzado a entrar al debate propuesto por el candidato en defensa de lo que han sido los principales aportes de su sexenio.

El equipo de López Obrador puede anotarse un importante triunfo para alcanzar su objetivo de la Presidencia: logró posicionar el discurso del candidato en la agenda del Presidente, le ha generado una imagen más aceptable para el electorado y ha dejado sin aparente respuesta a los contendientes.

Está por demás decir que otra vez se equivocó el equipo de comunicación de Presidencia al subir al Presidente al debate de un candidato, debió buscar otros voceros o incluso pudieron coordinarse con el equipo del PRI para que propiciar lo que estos últimos han estado buscando: un debate entre candidatos, aunque sea de manera indirecta entre los medios y dejan ver que no existe coordinación entre ellos y cada quien camina por su lado.

Seguramente después de la entrevista López Obrador habrá crecido aún más en las preferencias electorales y le complica el panorama a panistas y priistas que parece que se limitan a verlo a la distancia sin encontrar un mecanismo para darle alcance a muy poco para arrancar el periodo oficial de campaña.

J. Israel Martínez Macedo

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