Confusión y sentimientos encontrados causó entre los presentes el anuncio del presidente Enrique Peña Nieto respecto a no involucrarse en el proceso interno de renovación priista; un anuncio que tomó por sorpresa a algunos y que otros han interpretado como un movimiento natural y obligado del todavía titular del Ejecutivo Federal.
El comentario con visos de anuncio no pudo ser más emblemático: se hizo en la comida organizada por el Gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, a la que asistieron, además del Presidente, otros gobernadores del PRI y el polémico del Verde, Manuel Velasco.
Lejos de los reclamos, con mucha cordialidad y más interesados en el futuro que en el pasado, los gobernadores intercambiaron puntos de vista sobre lo que se viene en materia política; tema obligado fue el de los superdelegados y la manera en que tendrán que “lidiar” con ellos una vez arranque la siguiente administración.
Bromearon, como no podían dejar de hacer entre ellos, con que no hay nada que temer, que Andrés Manuel está trayendo de regreso un sistema que ellos (los priistas) inventaron y que ellos (los gobernadores) conocen a las perfección; incluso, con algunos viejos conocidos en lugares importantes para poder negociar con tranquilidad y sin presiones.
Para algunos el anuncio de Peña Nieto respecto a no entrometerse es solo el cumplimiento del viejo ritual priista de “cuidar las formas” están confiados en que una vez pasado el relevo presidencial, el atlacomulquense tome unos días (quizás semanas) para alejarse de la vida pública y después regresar con nuevos bríos a organizar, a la distancia, la reestructuración del partido con miras a 2024.
Por otro lado, hubo quien sintió natural el que el Presidente se desmarque de la reestructuración tricolor, no solo porque él cargó con todo el peso de la mala imagen que se le achaca al partido, sino porque, dada la manera en que sucedieron las cosas, al mandatario ya no le interesa más nada en la política.
A nadie hasta el momento se le ha ocurrido preguntarle ¿qué hará al terminar su gestión? Será un expresidente relativamente joven, dejará el cargo a la edad de 52 años y no hay, por lo pronto, un plan de retiro que se le haya escapado en alguna declaración; a lo más ha dicho que se alejará de los reflectores de la política pero nada más.
En la reunión de Toluca, según cuentan, privó la cordialidad y hasta la fraternidad pero también pasó algo que algunos no dejaron de notar: no hubo espaldarazo para el gobernador anfitrión, para el primo quien ahora tendrá que vérselas con su antigua rival en la elección anterior, quien deberá hacer frente a un Estado con minoría tricolor como nunca antes y que tendrá que reajustar sobre la marcha para poder operar.
No faltaron las bromas con verdades asomadas para el gobernador-senador de Chiapas, algunos lo felicitaron y otros simplemente evadieron el tema, así como obviaron platicar sobre la negociación de diputados por la autorización de licencia.
Al final de la reunión, todo transcurrió en calma, felicitaciones mutuas y compromisos de apoyo fueron la tónica de la despedida, que no despejó incertidumbres sino, por el contrario las aumentó, en un escenario en el que todos los asistentes entendieron que no están solos pero que nadie más habrá de ver por ellos.
J. Israel Martínez Macedo