No hay vuelta de hoja: los superdelegados de Andrés Manuel van y van con todo. Durante la reunión que el presidente electo llevó a cabo con gobernadores el tema central fue el de esa extraña figura que se llegó a presentar como vicegobernadores y que hoy ha quedado planchada y sin arrugas gracias a la figura del gobernador/senador de Chiapas, Manuel Velasco Coello.
En su calidad de gobernador y como presidente de la Conago, Velasco Coello fungió más como vocero del equipo del presidente electo que como cabeza de los gobernadores al explicar, en conferencia de prensa, que los delegados responden al plan de austeridad para eliminar las múltiples delegaciones federales centralizando todas en una sola figura.
Básicamente y para ser breves, la Conago se rindió ante el ganador de las elecciones del 1 de julio pasado brindándole un apoyo prácticamente irrestricto en todos sus proyectos y propuestas a realizar en el periodo que arrancará el 1 de diciembre.
En estricto sentido, los gobernadores del país cerraron filas ante los posicionamientos de López Obrador, recordando los mejores tiempos del presidencialismo mexicano, aunque con la notoria ausencia de aquel que nunca se movía antes de tiempo para poder salir en la foto.
De manera recíproca, Andrés Manuel se mostró complaciente y aseguró que en los eventos en los que participé en los distintos estados después del 16 de septiembre, invitará a participar al gobernador correspondiente con la intención de mantener el diálogo y dejando en libertad de decisión de cada uno de ellos el aceptar o no pues se trata de una invitación abierta.
Interés, miedo, compromiso o cuidar las formas; lo cierto es que ningún gobernador se atrevió a replicar nada, aquellos señalamientos incendiarios de esos días de los anuncios sobre los superdelegados presentados como vicegobernadores simplemente quedaron en el olvido.
La supuesta cuarta transformación se está convirtiendo, cada día que pasa, en una especie de “volver al futuro” en el que el pasado y el presente se mezclan en una extraña y enfermiza amalgama de ideas y conceptos que se consideraban lo peor de las prácticas de una etapa para el olvido y que regresan por sus fueros como la panacea de la salvación del México moderno.
Por lo que toca al gobernador del Estado de México, el tema con la administración federal se concentra en seguridad y mejoramiento urbano, porque lo que importa son las urbes, el campo pues ¿cuál? Aunque hayan sido las comunidades rurales del sur y norte de la entidad los diferenciales de peso para su victoria en las urnas, aunque eso ya es historia.
El punto central, entonces, es esperar a ver cómo se va a dar la relación entre el gobierno del Estado de México, acotado como estará a partir del 1 de enero del año próximo, y la superdelegación que encabezará su rival en la contienda electoral, Delfina Gómez, de quien se sabe no tiene muy buena relación con la dirigencia nacional de Morena pero es de todas las confianzas de López Obrador.
Por lo pronto quienes esperaban una contienda de sangre y lodo entre los gobernadores y el Ejecutivo federal por el tema de los superdelegados tendrán aguantar un poco más a que comiencen los diferendos entre puntos de vista sobre las acciones de gobierno en las entidades y la lucha por demostrar quién tiene la razón (pero sobre todo en la búsqueda de los votos futuros) para que los encontronazos y las escaramuzas se hagan presentes.
J. Israel Martínez Macedo