“La Estructura del Silencio” revive las obras clave de Juan Rulfo.


 

Pedro Páramo y El llano en llamas conforman una de las mayores cimas de la literatura mexicana; cima que se asemeja en altura con las muchas cumbres que su autor frecuentaría, físicamente, durante toda su vida.

Ascenso, muerte e imagen componen la triada semiótica en la que se inscribe la obra del escritor jalisciense. De manera dantesca, los paisajes más crudos y violentos de la obra ocurren allí donde hay simas: el llano se convierte en el sinónimo de paraísos perdidos. Al dolor de la búsqueda infructuosa se suma una persistencia heroica, pues sus personajes aceptan, de manera paradójica, su ananke providencial en ese vagar por el mundo.

La muerte es hilo conductor en el laberinto que habitan sus personajes, que les otorga, como si de una fotografía se tratase, la eternidad de la memoria. El ascenso es huida en pos del sol fulminante, pero las alas humanas no son las del ángel y el retorno es la única constante. Eva y Adán ya no se reconocen en la polvareda del llano, pues su amor por la tierra está infectado; el poder se derrumba ante la suma del bien y el mal.

 

 

La poética rulfiana se condensa en una gota trémula, cual lente de cristal, que deja ver, por un instante, la crudeza del mundo a través de una narrativa estructuralmente compleja, tejida de la música y la atemporalidad del México rural. Gota que luego cae, furiosa, a la tierra sedienta y quebrada: nos quedan sólo las voces; los murmullos del silencio.

“Teníamos el silencio”, una adaptación dramática de la poética rulfiana, puesta en escena por la compañía literaria La Estructura del Silencio, expresa desde su origen esta oposición entre el pasado y la dualidad presencia-ausencia, gracias al poder evocador del movimiento corporal y su inmediatez. El cuerpo lentamente desgastado por su tiempo se ofrece con una voz clausurada a la multiplicidad de sentidos; más que a la búsqueda, a la evasión deliberada de una verdad que se sabe fatal.

El pasado 12 de junio, en las instalaciones del Teatro del Fuego Nuevo, en la Universidad Autónoma Metropolitana campus Iztapalapa (UAM-I), alumnos, maestros, egresados e investigadores, dieron muestra de la arquitectura intertextual que aún guarda para nosotros el silencio rulfiano, o podríamos decir, paramiano, por ser la llanura protagonista primera en el drama del verbo autoral.

Liderado por apenas un cuarteto de aventureros y aventureras, alpinistas de la difusión cultural mexicana, la compañía La estructura del Silencio, es integrada además por una docena de actores y artistas visuales. Durante poco menos de dos horas, la compañía nos brindó una imagen totalizadora, dinámica y efímera, en su propia lectura de los diversos textos rulfianos. Una suma creativa que resume el acto de leer a cabalidad; leer hasta los posos.

 

 

La propuesta teatral Teníamos el Silencio es acompañada de música en vivo de Víctor Ariza; bajo la dirección de Aurelio Rivera; con guion adaptado por Itzel Ortega, Tzara Vargas y Edder Tapia; escenografía e iluminación de Omar Reyes y Yamileth Aguilar, encargada de vestuario. La obra rompió finalmente el silencio en que se ha mantenido toda libre interpretación de Rulfo y horadó el llano cultural impuesto por la reserva de los mal llamados derechos de autor y copyrights que parasitan el pensamiento universal de nuestros días.

¡Enhorabuena! Desde las profundidades aulísticas de la academia nos llega de vez en cuando bocanadas honestas de aire de montaña y frescor de aguas subterráneas, desafiando la parálisis reptiliana de los cánones hermenéuticos. Hurra y celebración sean la llave.

Los actores, todos estudiantes de la misma institución, realizaron un trabajo profesional, lo cual se agradece. Un agradecimiento final al Grupo de Teatro J.R. (UAM-I): Yamileth Aguilar, María González, Yessica Escareño, Letser Ferrara, Aurelio Rivera, Carlos Olivares, Saltiago Loyola, Enrique Cruz, Alexis Miranda, Luis García, Roberto Mejía, Jorge Guerrero, Abril Cortez. Con ilustraciones de Eva Bernal y diseño de afiches y carteles por Itzel Patricia Ortega, esta obra fue presentada gracias al apoyo de las organizadoras de las Jornadas Conmemorativas. Juan Rulfo a 100 Años: Ofelia Rivera y Tzara Vargas.

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